Tuesday, August 18, 2009

Las Cirugías.




Las Cirugías.




Dejo saber que no es mi intención contar historias del estilo de las biografías. Han pasado más de 30 años del nacimiento de mi hermosa doncella, mi única amada hija, y mi memoria no es la misma que cuando era jóven. Intento recordar todo lo que puedo, pero muchos de los recuerdos resultan desvanecerse en el tiempo y en mi mente. Entonces, rescato los recuerdos que tengo presentes y me siento a grabarlos en el espacio cibernético esperando que un día mi hija, mis seres queridos y los lectores del mundo se interesen por parar aquí en éste rincón cibernético para leer mis historias. Dejo saber que el Señor Jesús estuvo presente en todas mis intervenciones quirúrgicas guiando las manos de los cirujanos.


Hoy deseo contar acerca de mis cirugías. La primera que decidí abordar fue la de mi nariz. Nací con una nariz grande y crecí muy desconforme con ella. Me sentía aplastada y disminuída físicamente. Cuando cumplí 20 años, me operé. Mis padres estaban desesperados por la preocupación. Me sangraba un montón. Las hemorragias eran frecuentes en mí. Yo lucía muy flaca y hasta anémica por la pérdida de sangre a menudo. Mi vida pareció cambiar en algo, ya que mi figura quedó más estética que antes. Pasaron pocos años después de esa operación cuando conocí al padre de Sissy, me casé con él, con Phil en New York y quedé embarazada.


Cuando tuve a Sissy, el médico que actuó en el parto de mi hija, decidió practicarme una epiciostomía, ya que mi bebé era muy grande y no nacía naturalmente. De lo contrario, podría haberme desgarrado o muerto en el intento por nacer. La epiciostomía consiste en una incisión entre el canal de nacimiento o tracto vaginal y el recto. Lamentablemente, el cirujano abrió demasiado esa brecha, dejándome arruinada de por vida. El dolor y la molestia de esa zona genital que es tan delicada fue perpetuo, sobre todo al sentarme o intentando realizar otras prácticas infructuosas. Esa cirugía fue realmente lamentable...


Lo positivo que rescaté de esa experiencia fue el nacimiento de mi adorada hija. Lo demás ya no me importaba demasiado.


Después de muchos años, decidí operarme el busto. Recibí dos intervenciones porque en la primer intervención tuve una hemorragia interna brutal. Mi vida correría peligro. En la segunda intervención, participó mi hija Sissy que era adolescente en esos momentos, y ayudó al cirujano a realizar las maniobras para salvar mi vida. Fue otra operación inimaginablemente inolvidable...


La última operación que recibí fue por un tumor de ovario. La anestesia en esa ocasión fue general. Las intervenciones anteriores fueron con anestesia local y por cierto, quedé en estados muy dolorosos. El dolor siempre me persiguió como un fantasma horrible. Las consecuencias de esa última operación me irían a cambiar la vida para siempre. Fue una especie de monstruosa castración quirúrgica, pues me vaciaron todos mis órganos femeninos. Consecuentemente, así se va la juventud y llega la vejez en forma implacable, desvastadora y horrendamente cruel.


Cuando me siento a escribir, siempre recuerdo la epiciostomía practicada en mí entre el canal de nacimiento y el recto. Siempre sentí dolor y se irritó esa zona al permanecer sentada por mucho tiempo. Por eso prefiero estar parada en movimiento o acostada descansando. Nadie sabe de éstas cosas mías tan íntimas, no me comprende la gente y mis acciones pasan desapercibidas o irritantes para otros. Me acostumbré a aguantar, a soportar lo insoportable, aunque se generó en mí un carácter o personalidad irritable fácilmente, y en ocasiones extremas hasta muy violenta. De a poquito seguiré relatando mis historias. Les solicito tener paciencia porque no siempre encuentro las palabras apropiadas. Mi cuerpo y mi mente cambiaron para siempre...


Recordando viejos momentos,


Starry Dawn.




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